Producción de subjetividad y salud mental
por Juan Eugenio Rodríguez
Intento demostrar en este escrito la estrecha vinculación
entre salud mental y producción de subjetividad. Las vías de producción de
subjetividad conducen a revitalizar los lazos sociales profundamente dañados
por la mortificación. La poesía y el psicoanálisis como procederes críticos
favorecen la producción de subjetividad.
Cuando se trabaja en el campo de la salud mental, estamos
trabajando por el restablecimiento de comunidades o de sujetos que han perdido
precisamente sus derechos, ya sea por una represión social y política o por su
propia estructuración psíquica. La cultura de las neurosis actuales al barrer con el erotismo favorece la
toxicidad y promueve una sociedad anónima donde el consumo es el anestésico. En
tiempos de franca hegemonía de la técnica no hay lugar para la castración.
La importancia que el concepto de castración tiene para el
psicoanálisis llega hasta su función de nudo. Nudo que es responsable de la
constitución del sujeto del deseo inconsciente irreductible a la conciencia.
Considero ésta una cuestión conceptual fundamental para la clínica
psicoanalítica.
El padecimiento resignado hace que resulte difícil poder implementar una movilización que rompa esa cristalización que representa la resignación. Sin embargo, ubicar a la cultura de la mortificación en la causa de la enfermedad resultará decisivo.
El padecimiento resignado hace que resulte difícil poder implementar una movilización que rompa esa cristalización que representa la resignación. Sin embargo, ubicar a la cultura de la mortificación en la causa de la enfermedad resultará decisivo.
Tomaré algunas ideas de la definición que hace Freud de
cultura en el “El porvenir de una ilusión”
del año 1927 (especialmente en los dos primeros capítulos) que resultan pertinentes para pensar el concepto
de cultura de la mortificación.
La cultura humana abarca todo el saber y poder-hacer que los
hombres han adquirido para obtener los bienes necesarios y por otro lado, las
normas que regulan los vínculos entre los hombres y especialmente en lo que se
refiere a la distribución de los bienes.
El acento está puesto en la
satisfacción de las necesidades proporcionada por los bienes: su
producción, conservación y distribución.
Las prohibiciones a las satisfacciones pulsionales más
antiguas hicieron al desasimiento del estado animal primordial y el
advenimiento del estado cultural.
La hostilidad a la cultura representa el núcleo de la
cultura de la mortificación y señala la disposición universal a la crueldad.
Freud no estaba dispuesto a
tomar una posición renegadora frente a esta cuestión y advierte que los seres humanos debemos
reconocer tendencias destructivas, antisociales y anticulturales. La cuestión
fundamental es qué hacemos con esa disposición y agrega que “… todo individuo es virtualmente un enemigo
de la cultura, que, empero, está destinada a ser un interés humano universal.”
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